El Comercio
Brasilia (DPA) . Líderes indígenas y ecologistas se reunieron hoy en Brasilia para demandar a la flamante presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, la suspensión del proyecto de construcción de la hidroeléctrica de Belo Monte sobre el río Xingú, en la Amazonía .
“Nosotros vemos esta propuesta del gobierno de llevar adelante la construcción de Belo Monte como una afrenta a nuestros pueblos”, dijo uno de los representantes de los pueblos originarios de la región de Xingú, Karepy Juruna.
“No queremos Belo Monte. Si el gobierno acepta escucharme, quiero pedir que no construyan la planta”, dijo el líder de la nación Caiapó Txucarramae, Raoní, quien se volvió internacionalmente conocido en la década del 80 por su amistad con el cantante británico Sting.
PRESENTAN FIRMAS
Raoní fue uno de los líderes autorizados a entregar a un funcionario de la Secretaría General de la Presidencia una carta con medio millón de firmas, que pide a Rousseff renunciar a la construcción de la central hidroeléctrica, que sería la tercera más grande del planeta después de las de Tres Gargantas, en China, y de la paraguayo-brasileña de Itaipú.
Raoní fue uno de los líderes autorizados a entregar a un funcionario de la Secretaría General de la Presidencia una carta con medio millón de firmas, que pide a Rousseff renunciar a la construcción de la central hidroeléctrica, que sería la tercera más grande del planeta después de las de Tres Gargantas, en China, y de la paraguayo-brasileña de Itaipú.
Las organizaciones no gubernamentales Avaaz y Movimento Xingú Vivo para Sempre lideraron la campaña de recogida de firmas a la petición, que pide a Rousseff interrumpir el desarrollo de Belo Monte, iniciado por su antecesor, Luiz Inacio Lula da Silva, y considerado como un proyecto “desastroso”.
“Le instamos a paralizar el desarrollo del complejo de la hidroeléctrica de Belo Monte. En lugar de este proyecto ambiental, social y económicamente desastroso, le rogamos invertir en eficiencia energética y en fuentes de energía limpia, proteger los derechos humanos básicos de los pueblos indígenas y de las comunidades locales y apoyar el desarrollo sostenible que protege vidas y ecosistemas”, dice la carta.
Belo Monte es el más polémico proyecto del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) lanzado por Lula da Silva, que en agosto del año pasado firmó el contrato que autoriza el inicio de la obra por parte del consorcio que ganó la licitación abierta por el gobierno.
La planta de 11.233 megavatios, cuyo costo es estimado por el gobierno en unos 11.000 millones de dólares, será construida sobre el río Xingú cerca de la ciudad de Altamira, en el amazónico estado de Pará, y su entrada en operación está prevista para el 2015.
ALERTAN SOBRE PELIGROS
Según los ambientalistas, la obra representará un desastre para la región aledaña a Altamira: “Belo Monte hará secar 100 kilómetros del Xingú, un río que tiene tres veces más especies de peces que toda Europa, y que alimenta a miles de personas. En esa área hay dos tribus indígenas que se alimentan del río, beben del río, se bañan en el río y navegan por el río”, sostuvo Raúl Silva Telles, del Instituto Socioambiental (ISA).
Según los ambientalistas, la obra representará un desastre para la región aledaña a Altamira: “Belo Monte hará secar 100 kilómetros del Xingú, un río que tiene tres veces más especies de peces que toda Europa, y que alimenta a miles de personas. En esa área hay dos tribus indígenas que se alimentan del río, beben del río, se bañan en el río y navegan por el río”, sostuvo Raúl Silva Telles, del Instituto Socioambiental (ISA).
El gobierno brasileño, sin embargo, aseguró que el proyecto original fue modificado y que su impacto sobre las poblaciones indígenas y ribereñas de la región será mucho menor que lo que temen los ambientalistas.
Además, el Ministerio de Minas y Energía sostiene que la obra generará más de 20.000 empleos y que la central hidroeléctrica producirá energía suficiente para abastecer a la región, donde viven 25 millones de personas.
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