(Editorial de Diario Gestión).- La renegociación de los contratos de Camisea, orientada a que el gas del lote 88 sea únicamente para el mercado interno y que las regalías por la exportación del gas (lote 56) no sean menores a las que en promedio paga el gas que va al mercado interno, no llegaría a buen puerto en el plazo anunciado (fines de marzo).
Como lo advertimos en esta misma columna (cuando el Gobierno emitió dos decretos supremos que autorizaban a Perupetro a realizar las referidas negociaciones), las modificaciones que se pretenden en los contratos no eran (y no son) fáciles de realizar por todos los problemas relacionados a los contratos que sustentan el financiamiento del proyecto y porque el consorcio considera que en la práctica ya cumple con los dos objetivos de los decretos y que con la confirmación de más reservas en el lote 56 no se necesitarán las reservas del 88 para la exportación.
Ad portas del término de este Gobierno también hay quienes afirman que el consorcio preferiría negociar ya con el Gobierno entrante. En todo caso, los candidatos con mayor opción en las elecciones presidenciales deberían tomar apunte de la agenda pendiente que heredan del Gobierno actual en materia energética, a fin de tomar cartas desde un principio y evitar problemas potenciales.
Por ejemplo, hay que decidir sobre la conveniencia de mantener el subsidio al precio del gas natural para el mercado local, ya que ha sido el causante del crecimiento explosivo de la demanda interna y ha beneficiado a los más pudientes en nombre de los pobres, y un uso ineficiente del gas. Ligado a lo anterior está el desarrollo de la petroquímica con el gas. Si lo que se quiere es impulsar productos con tecnología de punta y mayor valor agregado, así como el empleo nacional y no seguir exportando materias primas, se requiere diseñar una política clara para la creación de verdaderos polos. También hay que tomar decisiones sobre el plazo de construcción del gasoducto del sur, sobre el fondo de estabilización de los precios de los combustibles, la central de Inambari, entre otros.
El nuevo Gobierno tendrá que elaborar una política integral que ordene mejor nuestra matriz energética y a los jugadores que participan en ella, en función del interés nacional.
Como lo advertimos en esta misma columna (cuando el Gobierno emitió dos decretos supremos que autorizaban a Perupetro a realizar las referidas negociaciones), las modificaciones que se pretenden en los contratos no eran (y no son) fáciles de realizar por todos los problemas relacionados a los contratos que sustentan el financiamiento del proyecto y porque el consorcio considera que en la práctica ya cumple con los dos objetivos de los decretos y que con la confirmación de más reservas en el lote 56 no se necesitarán las reservas del 88 para la exportación.
Ad portas del término de este Gobierno también hay quienes afirman que el consorcio preferiría negociar ya con el Gobierno entrante. En todo caso, los candidatos con mayor opción en las elecciones presidenciales deberían tomar apunte de la agenda pendiente que heredan del Gobierno actual en materia energética, a fin de tomar cartas desde un principio y evitar problemas potenciales.
Por ejemplo, hay que decidir sobre la conveniencia de mantener el subsidio al precio del gas natural para el mercado local, ya que ha sido el causante del crecimiento explosivo de la demanda interna y ha beneficiado a los más pudientes en nombre de los pobres, y un uso ineficiente del gas. Ligado a lo anterior está el desarrollo de la petroquímica con el gas. Si lo que se quiere es impulsar productos con tecnología de punta y mayor valor agregado, así como el empleo nacional y no seguir exportando materias primas, se requiere diseñar una política clara para la creación de verdaderos polos. También hay que tomar decisiones sobre el plazo de construcción del gasoducto del sur, sobre el fondo de estabilización de los precios de los combustibles, la central de Inambari, entre otros.
El nuevo Gobierno tendrá que elaborar una política integral que ordene mejor nuestra matriz energética y a los jugadores que participan en ella, en función del interés nacional.
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