Chile, una de las economías más poderosas de América Latina y en pleno proceso de crecimiento, evidencia una fragilidad energética que podría llevarlo a un racionamiento, por lo que busca alternativas, desde el carbón a la energía nuclear, en medio de los temores de los ambientalistas.
Con una matriz energética que depende mucho de la hidroelectricidad, las escasas lluvias este año han disminuido en 32% el agua acumulada en los embalses con respecto al año pasado, según dijo este martes el ministro de Obras Públicas, Hernán de Solminihac.
En febrero pasado el ministro de Energía, Laurence Golborne, señaló que con un 2011 seco -como se presenta- "podríamos llegar a tener el problema con el suministro".
En este escenario, el carbón y el Gas Natural Licuado (GNL) ganan terreno pese a que la generación termoeléctrica produce importantes emisiones de gases de efecto invernadero y el gas tiene una alta volatilidad de precios.
En enero la generación térmica -producida en base casi exclusivamente a carbón- alcanzó al 47%, mientras que el GNL llegó al 17%. La generación hidráulica, en tanto, llegó al 35% y la eólica alcanzó al 0,3%.
Con una economía que crece en torno al 6%, Chile requiere aumentar casi en un 80% su generación eléctrica para pasar de los 14.000 megawatts (MW) actuales a los 25.000 que, se calcula, se requerirán en 20 años.
Eso en un país que importa casi todo el combustible que consume y cuyos abundantes recursos hídricos están emplazados en localidades del sur del país alejadas de los principales mercados y de una gran riqueza natural.
"El escenario energético es ajustado, fundamentalmente porque vivimos una sequía muy severa", comentó a la AFP la experta en temas energéticos, María Isabel González.
El Gobierno emitió a fines de enero un decreto de racionamiento preventivo, que incluye disminuir entre 5 y 10% el voltaje nacional, junto a incentivos al ahorro que incluyeron el reparto de 15.000 bombillas de bajo consumo. Se retrasó además en tres semanas al inicio habitual del horario de invierno austral.
En paralelo se dio luz verde a la construcción de la mayor central termoeléctrica de Sudamérica, Castilla, en el norte del país, y el ministro de Energía, Laurence Golborne, concretó en las últimas semanas en Francia un vasto programa de cooperación en energía que incluye la nuclear.
Simultáneamente avanza la tramitación de Hidroaysén, un mega proyecto hidroeléctrico en la Patagonia chilena, que incluye la instalación de cinco represas en los ríos Pascua y Baker -alimentados por glaciares milenarios- para generar 2.750 MW, una iniciativa fuertemente resistida por ambientalistas, que se oponen a la contaminación de la rica diversidad de la Patagonia chilena.
La actual bonanza del cobre, del cual Chile es responsable de un tercio de la oferta mundial, ha despertado el apetito de inversionistas, que requieren de energía para poner en marcha gigantesco proyectos de extracción.
La generación de energía "es muy necesaria dada la entrada en operación de importantes proyectos mineros en esa zona que tendrán una demanda por energía eléctrica superior a los 1.000 MW", dijo González.
"Estamos ante una gran falta de diversidad de la matriz energética en un país que tiene la mayores posibilidades de Sudamérica de generar energías renovables no convencionales (ERNC)", comentó a la AFP Marcelo Mena, director del centro de sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello.
Con más de 4.000 km de costa, Chile tiene en el viento uno de sus mayores fuentes para generar energía eólica. Cuenta además con grandes recursos volcánicos y un extenso mar desde donde generar energía mareomotriz.
En febrero pasado se completó Monte Redondo, un parque eólico al norte del país que permitirá dar electricidad a 74.000 hogares.
El país se fijó como meta tener al 2020 un 20% de su matriz en base a ERNC (contra 0,3% hoy) aunque expertos dudan por su alto costo de inversión y su intermitencia.
Tampoco hay incentivos al ahorro.
"Falta muchísimo en incentivar el ahorro. Hoy no hay incentivo, lo que interesa es aumentar el consumo", dice Mena.
Con una matriz energética que depende mucho de la hidroelectricidad, las escasas lluvias este año han disminuido en 32% el agua acumulada en los embalses con respecto al año pasado, según dijo este martes el ministro de Obras Públicas, Hernán de Solminihac.
En febrero pasado el ministro de Energía, Laurence Golborne, señaló que con un 2011 seco -como se presenta- "podríamos llegar a tener el problema con el suministro".
En este escenario, el carbón y el Gas Natural Licuado (GNL) ganan terreno pese a que la generación termoeléctrica produce importantes emisiones de gases de efecto invernadero y el gas tiene una alta volatilidad de precios.
En enero la generación térmica -producida en base casi exclusivamente a carbón- alcanzó al 47%, mientras que el GNL llegó al 17%. La generación hidráulica, en tanto, llegó al 35% y la eólica alcanzó al 0,3%.
Con una economía que crece en torno al 6%, Chile requiere aumentar casi en un 80% su generación eléctrica para pasar de los 14.000 megawatts (MW) actuales a los 25.000 que, se calcula, se requerirán en 20 años.
Eso en un país que importa casi todo el combustible que consume y cuyos abundantes recursos hídricos están emplazados en localidades del sur del país alejadas de los principales mercados y de una gran riqueza natural.
"El escenario energético es ajustado, fundamentalmente porque vivimos una sequía muy severa", comentó a la AFP la experta en temas energéticos, María Isabel González.
El Gobierno emitió a fines de enero un decreto de racionamiento preventivo, que incluye disminuir entre 5 y 10% el voltaje nacional, junto a incentivos al ahorro que incluyeron el reparto de 15.000 bombillas de bajo consumo. Se retrasó además en tres semanas al inicio habitual del horario de invierno austral.
En paralelo se dio luz verde a la construcción de la mayor central termoeléctrica de Sudamérica, Castilla, en el norte del país, y el ministro de Energía, Laurence Golborne, concretó en las últimas semanas en Francia un vasto programa de cooperación en energía que incluye la nuclear.
Simultáneamente avanza la tramitación de Hidroaysén, un mega proyecto hidroeléctrico en la Patagonia chilena, que incluye la instalación de cinco represas en los ríos Pascua y Baker -alimentados por glaciares milenarios- para generar 2.750 MW, una iniciativa fuertemente resistida por ambientalistas, que se oponen a la contaminación de la rica diversidad de la Patagonia chilena.
La actual bonanza del cobre, del cual Chile es responsable de un tercio de la oferta mundial, ha despertado el apetito de inversionistas, que requieren de energía para poner en marcha gigantesco proyectos de extracción.
La generación de energía "es muy necesaria dada la entrada en operación de importantes proyectos mineros en esa zona que tendrán una demanda por energía eléctrica superior a los 1.000 MW", dijo González.
"Estamos ante una gran falta de diversidad de la matriz energética en un país que tiene la mayores posibilidades de Sudamérica de generar energías renovables no convencionales (ERNC)", comentó a la AFP Marcelo Mena, director del centro de sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello.
Con más de 4.000 km de costa, Chile tiene en el viento uno de sus mayores fuentes para generar energía eólica. Cuenta además con grandes recursos volcánicos y un extenso mar desde donde generar energía mareomotriz.
En febrero pasado se completó Monte Redondo, un parque eólico al norte del país que permitirá dar electricidad a 74.000 hogares.
El país se fijó como meta tener al 2020 un 20% de su matriz en base a ERNC (contra 0,3% hoy) aunque expertos dudan por su alto costo de inversión y su intermitencia.
Tampoco hay incentivos al ahorro.
"Falta muchísimo en incentivar el ahorro. Hoy no hay incentivo, lo que interesa es aumentar el consumo", dice Mena.
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