Telam.com.- Si estos dos episodios, históricos en el desarrollo de la energía nuclear, se leían a la luz de las relaciones previas de los dos grandes vecinos sudamericanos, entonces el pronóstico era reservado. No se intuía desarrollo, sino peligro.
De hecho, en 1979 una disputa en materia de construcciones hidroeléctricas había tensado las relaciones al límite de lo suicida. Todavía hoy se oye decir en las provincias litoraleñas que el túnel subfluvial que une Santa Fe y Entre Ríos a través del Paraná se hizo angosto previniendo el paso de tanques brasileños.
Como dijo recientemente nuestra Presidenta, hoy esas perspectivas forman parte de “viejas estupideces”, gracias a una serie de acuerdos, inspirados en encuentros como los de Perón-Vargas y Frondizi-Kubitschek, y continuados a través de Alfonsín-Sarney, Lula-Kirchner en la UNASUR y, en estos días, Cristina y Dilma.
Esa historia bilateral de viejos malentendidos, basados en un paradigma paranoico, se reescribió así con acuerdos como el que en 1991 creó la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC).
El Director de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), Yukiya Amano, el Canciller brasileño, Antonio Patriota, y su par Héctor Timerman celebraron recientemente en Buenos Aires los 20 años de esta cooperación de los dos vecinos para el uso de la energía nuclear con fines pacíficos.
La ABACC garantiza al mundo que todos los materiales e instalaciones nucleares en los dos países se usan exclusivamente con fines pacíficos, da transparencia a sus programas, acepta la aplicación de salvaguardias de la OIEA a todos los materiales y actividades. Un Acuerdo Tripartito (Argentina, Brasil y OIEA), firmado el 13 de diciembre de 1991, reconoce y acepta inspecciones recíprocas a través del Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares.
Como se ve, el vecino no era el peligro, sino la oportunidad.
Y los dos países la tomaron sabiamente para dar paso a un paradigma de cooperación, de integración y de inserción internacional conjunta.
Ese proceso continúa en muchos sentidos, a través del MERCOSUR y de una importante cantidad de acuerdos y convenios, los últimos firmados por las dos presidentas meses atrás.
En la ONU, ya intercambiamos funcionarios de ambos países en las Misiones Permanentes ante el Consejo de Seguridad.
Claro, es que si hacemos la folclórica excepción del fútbol, ya dejamos las estupideces atrás.(Télam) (
Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas
De hecho, en 1979 una disputa en materia de construcciones hidroeléctricas había tensado las relaciones al límite de lo suicida. Todavía hoy se oye decir en las provincias litoraleñas que el túnel subfluvial que une Santa Fe y Entre Ríos a través del Paraná se hizo angosto previniendo el paso de tanques brasileños.
Como dijo recientemente nuestra Presidenta, hoy esas perspectivas forman parte de “viejas estupideces”, gracias a una serie de acuerdos, inspirados en encuentros como los de Perón-Vargas y Frondizi-Kubitschek, y continuados a través de Alfonsín-Sarney, Lula-Kirchner en la UNASUR y, en estos días, Cristina y Dilma.
Esa historia bilateral de viejos malentendidos, basados en un paradigma paranoico, se reescribió así con acuerdos como el que en 1991 creó la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC).
El Director de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), Yukiya Amano, el Canciller brasileño, Antonio Patriota, y su par Héctor Timerman celebraron recientemente en Buenos Aires los 20 años de esta cooperación de los dos vecinos para el uso de la energía nuclear con fines pacíficos.
La ABACC garantiza al mundo que todos los materiales e instalaciones nucleares en los dos países se usan exclusivamente con fines pacíficos, da transparencia a sus programas, acepta la aplicación de salvaguardias de la OIEA a todos los materiales y actividades. Un Acuerdo Tripartito (Argentina, Brasil y OIEA), firmado el 13 de diciembre de 1991, reconoce y acepta inspecciones recíprocas a través del Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares.
Como se ve, el vecino no era el peligro, sino la oportunidad.
Y los dos países la tomaron sabiamente para dar paso a un paradigma de cooperación, de integración y de inserción internacional conjunta.
Ese proceso continúa en muchos sentidos, a través del MERCOSUR y de una importante cantidad de acuerdos y convenios, los últimos firmados por las dos presidentas meses atrás.
En la ONU, ya intercambiamos funcionarios de ambos países en las Misiones Permanentes ante el Consejo de Seguridad.
Claro, es que si hacemos la folclórica excepción del fútbol, ya dejamos las estupideces atrás.(Télam) (
Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas
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