Diario La Primera .- Hoy, ya no es más vigente el viejo orden geopolítico sudamericano, donde la Argentina pretendía rivalizar con Brasil que se comportaba como un gran coloso neutral; donde Chile era aliado del Ecuador y se autodefinía además como aliado del Brasil (sin serlo), solo para preocupar a Argentina. En el cual, el Perú y Ecuador eran “enemigos” y nuestro país creía candorosamente que Argentina era su “aliado” para contener cualquier nueva pretensión Chilena en el Pacífico Sur.
Este balance del poder ha desaparecido debido a que la actual dirigencia brasileña sabe que es la hora del Brasil, que su país ya no tiene rival, salvo los Estados Unidos, para ser hoy el hegemón de SudAmérica. Dentro de esta nueva situación estos dirigentes están además concientes que para que el Brasil se convierta en una genuina potencia regional es necesario tener una presencia en el Pacífico, y que para ello, la alianza estratégica con el Perú es indispensable.
Esta coincidencia de intereses brasileños y peruanos está cambiando el viejo orden geopolítico en el Pacífico sudamericano. Ecuador es cada vez más menos aliado de Chile, que no solo ha perdido su pretensión de ser aliado del Brasil, sino que continúa enredado en su eterno problema con Bolivia, un país que es hoy muy importante para el Brasil. Además, Chile tiene ahora una disputa marítima con el Perú que es un país estratégico para la presencia del Brasil en el Pacífico. Chile está así convertido en un bastión geopolítico solitario, y armado hasta los dientes, parece una suerte de Israel sin enemigos reales.
Desde que terminó la guerra con Chile nunca ha existido un reacomodo geopolítico sudamericano tan favorable a los intereses peruanos, y es por esto que nuestra alianza estratégica con el Brasil debe seguir expandiéndose a nuevas áreas hasta lograr que el Perú y Brasil sean una nueva entidad geopolítica que atraviese SudAmérica desde Atlántico hasta el Pacífico.
Para lograr esto hay que ser realistas, no solo aceptar la imparable hegemonía del Brasil, sino compartirla. Entonces, el objetivo primordial de nuestra diplomacia debe ser la expansión de la alianza estratégica con Brasil. Esta no debe limitarse a carreteras y desarrollo energético sino ir mas allá. Un nuevo paso podría ser la creación en las costas peruanas de facilidades portuarias para joint ventures peruanas-brasileñas que exporten al Asia y también a California.
Además, es indispensable extender la alianza estratégica hacia una estrecha cooperación militar. No existe en el mundo ninguna verdadera alianza estratégica sin el componente militar. Las marinas del Perú y del Brasil deberían ser socias estratégicas, hacer maniobras conjuntas en el Pacífico y contar con un apostadero común en nuestras costas para proyectar ambas poder en el Pacifico. También nuestro ejército y aviación deberían establecer una estrecha asociación estratégica con sus pares brasileros en la región amazónica.
Si el Perú se convierte en un socio de la imparable hegemonía sudamericana del Brasil y compartimos económica y militarmente el Pacífico habremos obtenido, por primera vez en nuestra historia, una decisiva “renta estratégica” que fortalecerá como nunca nuestra seguridad nacional.
Esta coincidencia de intereses brasileños y peruanos está cambiando el viejo orden geopolítico en el Pacífico sudamericano. Ecuador es cada vez más menos aliado de Chile, que no solo ha perdido su pretensión de ser aliado del Brasil, sino que continúa enredado en su eterno problema con Bolivia, un país que es hoy muy importante para el Brasil. Además, Chile tiene ahora una disputa marítima con el Perú que es un país estratégico para la presencia del Brasil en el Pacífico. Chile está así convertido en un bastión geopolítico solitario, y armado hasta los dientes, parece una suerte de Israel sin enemigos reales.
Desde que terminó la guerra con Chile nunca ha existido un reacomodo geopolítico sudamericano tan favorable a los intereses peruanos, y es por esto que nuestra alianza estratégica con el Brasil debe seguir expandiéndose a nuevas áreas hasta lograr que el Perú y Brasil sean una nueva entidad geopolítica que atraviese SudAmérica desde Atlántico hasta el Pacífico.
Para lograr esto hay que ser realistas, no solo aceptar la imparable hegemonía del Brasil, sino compartirla. Entonces, el objetivo primordial de nuestra diplomacia debe ser la expansión de la alianza estratégica con Brasil. Esta no debe limitarse a carreteras y desarrollo energético sino ir mas allá. Un nuevo paso podría ser la creación en las costas peruanas de facilidades portuarias para joint ventures peruanas-brasileñas que exporten al Asia y también a California.
Además, es indispensable extender la alianza estratégica hacia una estrecha cooperación militar. No existe en el mundo ninguna verdadera alianza estratégica sin el componente militar. Las marinas del Perú y del Brasil deberían ser socias estratégicas, hacer maniobras conjuntas en el Pacífico y contar con un apostadero común en nuestras costas para proyectar ambas poder en el Pacifico. También nuestro ejército y aviación deberían establecer una estrecha asociación estratégica con sus pares brasileros en la región amazónica.
Si el Perú se convierte en un socio de la imparable hegemonía sudamericana del Brasil y compartimos económica y militarmente el Pacífico habremos obtenido, por primera vez en nuestra historia, una decisiva “renta estratégica” que fortalecerá como nunca nuestra seguridad nacional.
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