Tener cuidado en la creación de un ministerio de Ciencia y Tecnología, pues no necesariamente es el mejor remedio para superar el abandono del tema.
Julio Lira / Director del Diario Gestión
Revista G.- En teoría económica, uno de los factores clave para el incremento de la productividad es el aporte de la ciencia y la tecnología. En el Perú, si bien en los últimos años se registra avances en el crecimiento de la productividad, ellos no se deben a este factor.
Es más, ni siquiera contamos con cifras actualizadas sobre cuánto se destina del PBI a la ciencia, la tecnología y la innovación. El último dato del que se tiene certeza es el que consigna la Unesco, que para el año 2007 señalaba que el Perú destina el 0,1% del PBI a la innovación y la tecnología, con lo que ocupaba los últimos lugares en la región. Brasil destina el 1% del PBI, Chile, el 0,7% Y HASTA Bolivia nos supera con el 0,3%.
Todos estos países tienen una definición más clara de políticas públicas para ese fin, además de mayor participación de universidades y empresas. Todo ello está ausente en el Perú, salvo lo poco que pueda hacer el Concytec.
BUENAS NUEVAS
Pero no solo hay malas noticias. El gobierno decidió darle importancia al tema, el ministerio de Economía y Finanzas (MEF) hace hincapié en el mismo Marco Macroeconómico Multianual, la nueva dirección de Ceplan pretende que salga de la marginalidad y el Congreso creó la comisión de Ciencia y Tecnología.
A nivel de las universidades se recobró el interés. Es así que algunas instituciones de educación superior han buscado repatriar científicos peruanos y vincular a la academia con el sector empresarial.
Sin embargo, el esfuerzo de las pocas políticas públicas no ha tenido la receptividad que se debía esperar. La legislación del canon y las regalías establece asignar recursos a las universidades para el desarrollo de la innovación, pero hay una pobre ejecución de los mismos.
Cerca de s/.750 millones figuran en las cuentas de las universidades públicas que no se han usado. El MEF lo atribuye, entre otras razones, a la falta de incentivos y de vinculación de los centros de educación superior con el aparato productivo.
A lo anterior hay que agregar que se creó fondos concursables, algunos de ellos, bajo la batuta de Concytec y otros del Ministerio de la Producción, cuyos efectos prácticos se desconocen hasta ahora.
¿QUE HACER?
Tener cuidado en la creación de un ministerio de Ciencia y Tecnología, pues no necesariamente es el mejor remedio para superar el abandono del tema.
Por eso, ha hecho bien el Gobierno en formar una comisión de expertos para evaluar mejor la conveniencia de un ministerio. Lo que sí queda claro es que debe haber una mayor coordinación de los diferentes organismos públicos vinculados con el tema.
Si bien es importante que la política de ciencia y tecnología se asocie a la mejora de la competitividad del país y al aparato productivo nacional, no es suficiente si no se genera una masa crítica en las universidades.
La próxima CADE tiene como tema central la innovación, por lo que puede ser un punto del encuentro del sector empresarial con el desarrollo de la ciencia y tecnología para que deje de ser un tema marginal y solo de diagnóstico.