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jueves, 22 de marzo de 2012

¿Podemos viajar a través del tiempo?

Blogs.Peru21.pe.- Quienes son de mi época recordarán a Marty McFly, un adolescente que fue enviado accidentalmente al pasado, específicamente en la época en que sus padres se conocieron y enamoraron, para intentar reunirlos de nuevo y asegurar su propia existencia.

Si bien Volver al futuro es una típica película hollywoodense y la forma absurda en que fue enviado Marty al pasado no se asemeja ni por asomo a una explicación científica, sí sirvió para mostrar a toda una generación -la mía- el interés por viajar a través del tiempo.

ero este interés no viene ni de mis épocas ni de la de ustedes. Se remonta mucho más atrás. Allá por 1898, un sorprendente H. G.Wells en su libro La máquina del tiempo se adelantó casi 20 años a la Teoría de la Relatividad de Einstein, que hacía que este viajecito en el tiempo fuera teóricamente posible. Wells decía que los científicos sabían muy bien que el tiempo era solo una forma de espacio, y que podíamos movernos hacia adelante y hacia atrás en el tiempo al igual que podemos movernos hacia adelante y hacia atrás en el espacio.
Ustedes dirán si vale la pena hurgar en la posibilidad de viajar en el tiempo. Bueno, cada uno de nosotros tiene sus motivaciones, sea que nos interese ir hacia el futuro (que ojalá sea el que esperamos), o hacia el pasado (para corregir o simplemente disfrutar de buenos momentos). Pero si realmente deseamos hacerlo (ojo que les advertí), nos queda tratar de entender ideas de cilindros giratorios infinitamente largos y agujeros de gusano que se mantienen gracias a formas exóticas de energía negativa. Aquí vamos.
Cuando en 1915 Einstein publicó la Teoría de la Relatividad, dijo que el universo era como un tejido de cuatro dimensiones: tres dimensiones del espacio y una del tiempo. Todos los fragmentos de materia y energía en el universo son capaces de deformar este tejido, en otras palabras, la forma del universo puede ser cambiada de tal manera que esta materia y energía experimenten atracción, esa que denominamos gravedad. Imagínense cómo el paisaje ondulante de la gravedad puede afectar al movimiento a través del espacio y tiempo. Por ejemplo, si tenemos suficiente masa y energía en una región pequeña del espacio, podemos torcer el tiempo en un bucle de modo que nunca alcancemos el punto final. Hagamos la prueba: juntemos los extremos de un tubo y veremos que se puede recorrer la superficie una y otra vez pero nunca se llegará a un punto final; el recorrido se repetirá siempre.
El matemático Kart Gôdel escribió en 1949 un artículo en el que decía que era posible en estos mundos viajar hacia cualquier región del pasado, del presente y del futuro (y de vuelta) exactamente como es posible en otros mundos viajar a partes distantes del espacio. Para él, si el universo gira, el tiempo puede discurrir en bucles, algo que dejó perplejo al mismo Einstein. Ahora sabemos que el universo no está girando, así que de manera natural no existen bucles en el tiempo. Por ello, si queremos construir una máquina del tiempo, debemos crear nuestros propios bucles.
Eso llevó a Frank Tipler, de la Universidad de Tulane, Nueva Orleáns, a hacer en 1976 unos planos de lo que sería una máquina del tiempo: un cilindro infinitamente largo y muy pesado que giraría muy de prisa, de modo que torcería el tejido del universo tanto como para crear un bucle en el tiempo. Bueno el intento, pero ¿dónde entraría un cilindro de esas dimensiones? J. Richard Gott, en 1991, demostró que el universo podía contener material que podría actuar como materia prima para una máquina del tiempo. La cuerda cósmica, que no era otra cosa que un filamento superdenso que se habría formado en los momentos más tempranos de la creación y podría estar todavía colgado en el espacio. Algo así como un tejido cicatrizante que se formó en el universo durante un período de cambio rápido. La consideran una bestia terrible pues se extiende a lo largo del universo, pese a que su diámetro es menor a la sección de un núcleo atómico.
Para nuestra máquina del tiempo necesitamos dos de estas cuerdas. Al ser densas, son capaces de torcer el espacio-tiempo si las colocamos una al lado de la otra. Y si las separamos rápidamente podremos crear el bendito bucle que necesitamos. Si viajamos en este bucle alrededor de las cuerdas cósmicas en movimiento, cada vez que volvamos donde empezamos nos encontraremos en un acontecimiento de nuestro pasado.
El astrofísico Kip Thorne propuso una máquina del tiempo de agujero de gusano basada en la novela de ciencia ficción Contacto, de Carl Sagan, famoso divulgador científico. Sagan pidió apoyo técnico sobre este tema a Thorne y éste encontró la solución en un artículo que Einstein escribió con Nathan Rosen en 1935. En este artículo se decía que en el núcleo de un agujero negro existe una rotura en el espacio-tiempo, denominado singularidad. El hecho es que este núcleo central se conectaba con otra región del espacio-tiempo. Se imaginarán qué es lo que sigue: resultó que este podía ser un atajo. Recordemos que el espacio y el tiempo están estrechamente relacionados en la relatividad. Pongamos un ejemplo: al mediodía de hoy ingresamos a nuestra casa, que sería la boca del gusano. La otra sería nuestra casa al mediodía de ayer. Si entramos en la boca hoy, saldremos en el mismo punto del espacio, pero 24 horas antes. Parece fácil ¿no? Pero seamos sinceros con nosotros mismos: ¿dónde encontraremos un agujero de gusano? ¿O sólo existió en la cabeza de Einstein? La teoría dice que hay una posibilidad de crear uno colisionando partículas subatómicas que se desplazan rápidamente, pero no tendríamos el control.
Surgen varias preguntas sobre este agujero de gusano, ¿siempre tiene abierta la boca? Los expertos dicen que es necesario llenarla de energía negativa, que empuje en contra del cierre natural. Pero ¿de qué tipo y de dónde la sacamos? Físicos sugieren anclar a uno de los extremos de este agujero una estrella de neutrones. Estamos hablando de una estrella que pesa alrededor de mil millones de toneladas. Pero, digamos que lo conseguimos... ¿cómo saber para que este agujero nos lleve hacia dónde queramos? Difícil contestar.
El matemático Stephen Hawking, en 1990, luego de leer artículos sobre posibles máquinas del tiempo, enfocó este tema con una visión de oferta-demanda. Se preguntó a si mismo que, si aún no vemos turistas que vengan del futuro a tomarse fotos con nosotros -los del presente-, entonces ese tan soñado viaje en el tiempo no es posible. Así de simple.
Al parecer, todo conspira para alejarnos del sueño de viajar en el tiempo; sin embargo, no perdamos las esperanzas. Los astronautas del Apolo que viajaron a la Luna fueron los primeros. El ruso Sergei Krikalev orbitó la Tierra durante 800 días a unos 27.000 kilómetros por hora. Él se halla ahora a una teragésima octava parte de un segundo en el futuro. Una vuelta al mundo en un avión puede hacernos ganar algunas mil millonésimas de segundo. La explicación se la debemos a Einstein con su relatividad especial. No será el viajecito en el tiempo con el que habíamos soñado, pero algo es algo. Al menos por ahora, mientras esperamos algún tiempo más.
 

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