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viernes, 27 de julio de 2012

Pseudociencia y educación científica

por Eduardo Angulo Pinedo
El correo.com.- Vivimos en una sociedad inmersa en la ciencia y la tecnología y, sin embargo, cada vez hay más personas que creen en las pseudociencias. Echadoras, de cartas, astrólogos, médiums, homeópatas y demás proliferan, tienen sus propios medios de comunicación para llegar a cuantas más personas mejor y son un negocio próspero que mueve grandes cantidades de dinero. Y no piensen que de estas creencias se libran los ciudadanos con un nivel alto de estudios, ni siquiera los científicos, pues, como veremos a continuación, no existe la relación de que a más ciencia, menos pseudociencia. Hace unos meses, en ETB2 se emitió el programa piloto de la serie “Escépticos”, de José Antonio Pérez y Luis Alfonso Gámez, que trata de estos asuntos pseudocientíficos.

El tema del programa piloto trataba de la llegada del hombre a la Luna y de la acusación, desde la pseudociencia, de que todo era un montaje de la NASA y de quién sabe más; algo conspiranoico, más que nada. Cuando Luis Alfonso Gámez preguntó a un grupo de alumnos de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU si creían en la llegada del hombre a la Luna, solo dos levantaron la mano. Como ven, ciencia y pseudociencia no se excluyen, aunque la lógica nos indique que deberían hacerlo. Vamos a ver si aclaramos algo de esta paradoja.
Para empezar y como ejemplo, nos sirve el trabajo de Mats Lindstrom y Anders Jakobsson, de la Universidad de Malmoe, en Suecia, que trata de las ideas y conceptos de los estudiantes suecos de secundaria sobre salud y biología humanas. Son 293 alumnos, de ellos 114 mujeres, con edades de 17 a 19 años. Responden a un cuestionario dividido en dos partes. En la primera se les pide que puntúen de 1 a 4 diez temas de pseudociencia como, por ejemplo, la influencia de las fases de la luna sobre la salud o la telekinesis definida como la capacidad de algunas personas de mover objetos con la mente.

 La segunda parte del cuestionario, de tipo test, incluye 13 preguntas para averiguar sus conocimientos en salud, fisiología y nutrición como dónde se produce la orina o por dónde se mueven los pensamientos por nuestro cerebro. Una vez recogidos los datos de los cuestionarios, los autores los analizan sobre todo para ver si se establece alguna relación entre conocimiento científico y creencias pseudocientíficas.

La creencia pseudocientífica más aceptada por estos alumnos suecos de secundaria es que la acupuntura alivia el dolor (3.2 sobre 4), seguida de la telepatía (2.32) y la influencia de la luna sobre la salud (2.27). Las creencias peor puntuadas son la cura de la inflamación por medio de cristales nobles (1.80) y que se puede averiguar el sexo del feto agitando un péndulo sobre la embarazada (1.60). En estos asuntos pseudocientíficos no hay diferencia entre chicos y chicas.

Con los datos de la segunda parte del cuestionario, sobre conocimientos científicos de los alumnos, los autores no consiguen establecer ninguna relación con las creencias pseudocientificas. O sea, un estudiante puede destacar en las asignaturas de ciencias y, a la vez, tener una gran confianza en explicaciones no científicas.

Un estudio parecido de planteamiento extiende estos resultados a los alumnos de secundaria de Estados Unidos. Lo firman Matthew Johnson y Massimo Pigliucci, de las universidades de Tennessee en Knoxville y de Nueva York en Stony Brook respectivamente, y parten de la hipótesis de algunos investigadores de las creencias en la pseudociencias se deben a una insuficiente educación científica. Trabajan con 170 alumnos de la Universidad de Tennessee que asisten a cursos de biología y de ética en los negocios. Responden aun cuestionario de 30 preguntas que busca algo parecido a lo que vimos en el trabajo de Suecia, más unas preguntas sobre el método científico, es decir, sobre cómo se debe trabajar cuando se hace investigación científica.

Pues bien, tal como pasaba en Suecia, tampoco hay relación entre conocimientos científicos y método científico con las creencias en pseudociencia. Ocurre lo mismo con los alumnos de Estados Unidos; hasta el mejor en clase de biología puede tener una gran fe en alguna o varias pseudociencias.
Y más de lo mismo, ahora con las creencias en astrología de los estudiantes de la Universidad de Arizona en Tucson. El estudio lo publican Hannah Sugarman y sus colegas del Departamento de Astronomía de esta universidad. Utilizan los datos extraídos de una encuesta que han contestado unos 10000 alumnos durante los últimos 20 cursos. Incluye 21 preguntas sobre conocimientos científico y 24 sobre la relación entre ciencia, tecnología y pseudociencia. Como los autores enseñan Astronomía, se van a fijar, sobre todo, en las respuestas que tienen que ver con la Astrología, una de las pseudociencias más populares y que más dinero mueve.

Volvemos a lo que ya sabíamos, ahora con muchos más datos y en un campo que no tiene que ver con la biología o la medicina. El 78% de los estudiantes considera que la astrología es una ciencia y, de los alumnos de los últimos cursos, el 48% sigue opinando lo mismo. Además, la mitad considera que los astros influyen en la vida diaria de las personas. Y no hay diferencias entre sexos. Y tampoco, como ya hemos visto en los dos trabajos anteriores, hay relación entre los conocimientos científicos y las creencias pseudocientíficas.

Se pueden añadir otros datos, que no tienen que ver con la astrología, extraídos de los 10000 cuestionarios analizados. Por ejemplo, el 24% cree que hay números que dan suerte; el 49% afirma que hay fenómenos que la ciencia nunca podrá explicar; el 32% asegura que hay personas con poderes psíquicos; incluso hay un 12% que está convencido que algunas civilizaciones antiguas fueron visitadas por extraterrestres.

Está claro que la sola enseñanza de la ciencia no elimina las creencias en las pseudociencias. Hay que hacer algo más y una de las propuestas que se manejan, y que se ha intentado poner en marcha de vez en cuando y sin éxito, es que hay que incluir en los planes de estudio una asignatura, taller, seminario o lo que se quiera sobre pseudociencias. Hay que atacar el problema directamente, sin disimulo. Y, es obvio, hay que saber cómo organizar e impartir esa asignatura, y aquí pueden ayudar los psicólogos y psicopedagogos. Como una aportación muy interesante está el trabajo de Helena Mature y su grupo de la Universidad de Deusto.

Trabajan a través de Internet con 108 voluntarios. Les presentan un medicamento, que no existe, llamado Batatrim, que cura una enfermedad, que tampoco existe, conocida con Síndrome de Lindsay. A 52 de los voluntarios se les dice que, de 100 enfermos, 80 habían tomado el Batatrim y 20 no. A los otros 56 voluntarios se les dice lo contrario, de 100 enfermos 80 no toman el medicamento y 20 sí. Y se les dice, también, que al acabar la prueba, en los dos grupos 80 enfermos se han sentido aliviados. Está claro que el medicamento no produce mucho efecto pues los enfermos se curan lo tomen o no.

A continuación, los voluntarios de los dos grupos, ante el ordenador, deben responder si consideran que el medicamento tiene algún efecto y, curiosamente, para todos tiene efecto aunque, y ya es algo, lo puntúan peor quienes han tratado a 20 y se han curado 80. Además, como final, se les hacen a los internautas estas dos preguntas: “¿Hasta qué punto crees que el Batatrim es la causa de la curación de los pacientes?” y “¿Hasta que punto crees que el Batatrim ha sido eficaz en la curación de los pacientes?” Y, otra vez es curioso, todos contestan parecido pero puntúan más al Batatrim como eficaz que como causa de la cura. O sea, si parece eficaz pero cuando se pregunta si es causa de la cura, los voluntarios dudan. Podemos traducir estos últimos resultados a cualquier situación que nos incumba personalmente y quizá así entendamos lo que significa:

“La luna llena me da dolor de cabeza, es eficaz dándome dolor de cabeza pero ¿es la causa de mi dolor de cabeza?”
Como dice Helena Matute, la información completa, con datos positivos y negativos, que a menudo no se dan, y explicando claramente la diferencia entre eficacia y causalidad, ayudaría mucho a desmontar muchas de las creencias en pseudociencias. Y quizá así se debería estructurar cualquier información que quiera ayudar a terminar estas creencias equivocadas.
*Johnson, M. & M. Pigliucci. 2004. Is knowledge of science associated with higher skepticism of pseudoscientific claims? American Biology Teacher 66: 538-548.
*Lindstrom, M. & A. Jakobsson. 2009. Students’ ideas regarding science and pseudo-science in relation to human body and health. NorDiNa 5: 3-17.
*Matute, H.,I.Yarritu & M.A. Vadillo. 2010. Illusions of causality at the heart of pseudoscience. British Journal of Psychology DOI:10.1348/0007/2610X532210
*Sugarman, H. y 3 colaboradores. 2011. Astrology beliefs among undergraduate students. Astronomy Education Review DOI:10.3847/AER2010040

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