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miércoles, 3 de abril de 2013

El poderío nuclear norcoreano

Rolando Páucar Jáuregui Físico nuclear

El poderío nuclear norcoreano es más que una fábula contada por sus adversarios.

 Diario Oficial El Peruano.- Siegfred Hecker, exdirector del laboratorio nacional nuclear de Los Álamos (EE UU), reveló luego de una presencia in situ, invitado por las autoridades de Pyongyang, que el complejo nuclear norcoreano es más sofisticado de lo que se creía.

El científico estadounidense advirtió que Corea del Norte estaría en condiciones de fabricar bombas atómicas no solo usando plutonio sino también uranio.

Se afirma que el país asiático posee aproximadamente 30 kilogramos de plutonio, suficientes para fabricar seis bombas nucleares, y un programa de uranio enriquecido cuya capacidad ha quedado demostrada con las tres pruebas nucleares que ha efectuado en los últimos años.

Estas bombas provocan la devastación de un área determinada por la expansión de una onda de destrucción masiva como resultado de la liberación de neutrones.
 
El incremento de la temperatura, presión, radiación y pulso electromagnético son algunos efectos inmediatos luego de la explosión de un artefacto nuclear.

La lluvia radiactiva y grandes incendios son considerados efectos tardíos. El 80% aproximadamente de la energía generada por las reacciones nucleares son emitidas en forma de radiaciones de alta frecuencia, penetrantes y muy peligrosas.

No debe confundirse a la presión radiacionionizante con la radiactividad remanente tras una explosión. Si bien el pulso de radiación inicia y termina con la explosión, la radiación posterior remanente puede perdurar por años y ser mucho más letal.

Los efectos de una explosión nuclear han sido mostrados en diversos medios de comunicación. Un análisis acerca del alcance que tendría la detonación de una bomba de un megatón ha sido detallado por especialistas que ponen como ejemplo cualquier ciudad.

Por ejemplo, Lima se extiende sobre un radio de 10 kilómetros o más; luego se identifica el punto cero (centro) de la explosión, que en este caso sería la Plaza de Armas.
 
Dos segundos después del impacto se formaría una bola de fuego, luminosa, a 2,000 metros de altura. El calor y la presión destruirían gran parte de la capital y la onda se habría expandido por decenas de kilómetros.

Durante los 10 primeros segundos después de la explosión y dentro de un radio de 4 kilómetros, toda construcción estaría destruida porque la presión sobrepasaría los 10 psi, no habría sobrevivientes.

En los 15 segundos posteriores a la explosión, en distancias entre 4 y 6 kilómetros del punto cero, las presiones alcanzarían valores entre 5 y 10 psi, y quedarían en pie solamente los cimientos y los subterráneos de los edificios.
Medio minuto después de la detonación, en distancias comprendidas entre 6 y 11 kilómetros, la presión alcanzaría entre 2 y 5 psi, por lo que las construcciones quedarían gravemente dañadas y habría muchísimos heridos.

Los edificios que queden en pie probablemente se incendiarán debido al calor producido por la explosión, que causaría graves quemaduras en la piel de las personas.
 
Por último, a 11 y 16 kilómetros desde el centro de la ciudad, el daño de la onda explosiva sería menor en las construcciones, pero es posible que 25% de la población resultaría herida.

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